La inversión y el juego de las letras en la crisis de 2020

Pese a que la actividad productiva ha estado regresando poco a poco a la normalidad este año, se sigue tratando de averiguar qué tan rápida será la recuperación de la economía, la nacional y la global, dado que el tiempo es un determinante en la toma de decisiones de inversión.


Pese a que la actividad productiva ha estado regresando poco a poco a la normalidad este año, se sigue tratando de averiguar qué tan rápida será la recuperación de la economía, la nacional y la global, dado que el tiempo es un determinante en la toma de decisiones de inversión. 

La economía mexicana se contrajo 18.7% en el segundo trimestre del año, un dato histórico, con la inesperada llegada del virus Covid-19 en marzo y una severa suspensión de actividades, que condujo una fuerte caída en los sectores industrial y de servicios, el cierre de más de 10,000 empresas registradas en el IMSS y la pérdida de más de 1 millón de empleos formales.

La variable más importante en este momento para que la economía retome el camino que tenía al inicio del año es la aplicación de la vacuna contra el Covid-19, que se dice pudiera estar lista a finales de 2020, aunque es poco probable, o bien a mediados de 2021. 

De ser así es improbable que la economía mexicana tenga una recuperación en “V” dado que debería presentar un crecimiento muy rápido y en la misma magnitud a la caída, que se estima de alrededor de -10% para 2020, y la previsión más optimista para 2021, por parte de SHCP, es de 4.6 por ciento. 

El siguiente escenario de recuperación es un desempeño en forma “W”, en el que se podría presentar un fuerte repunte de la demanda, apoyada en estímulos gubernamentales y compras desde el exterior, que al momento de retirarse provocarían la siguiente caída, lo cual tampoco es probable para la economía nacional dada la nula aplicación de políticas anti cíclicas.

Otra posibilidad es que se presente un crecimiento en forma de “U” que considera una fase plana después de tocar su nivel más bajo (que se espera sea el observado en el seguido trimestral de 2020), que podría presentarse en México considerando que la demanda seguirá deprimida ante la lenta recuperación del empleo, contemplando la pérdida alrededor a 1 millón de empleos en 2020 y una lenta generación en 2021.

No obstante, el escenario más realista para México es una recuperación en forma de “L” donde el país se encuentra en una fase recesiva y tardaría por lo menos cuatro años en alcanzar los nivel de producción pre crisis; considerando una baja tasa de recuperación de empleo, que afecta negativamente la demanda interna, el crecimiento de la producción (que ya mostraba debilidad previo a la pandemia), eleva el riesgo de morosidad financiera, disminuye la tasa de ahorro y la tasa tributaria, necesaria para el gasto de gobierno. 

Aunado al lento crecimiento esperado, es posible que las tres calificadoras crediticias rebajen la nota soberana de México en 2021, por lo menos en un escalón, lo cual resta atractivo para la inversión, productiva o de cartera; y persistan la volatilidad en el mercado financiero. 

De cualquier manera es importante seguir generando riqueza, con visión de largo plazo y de forma muy muy selectiva.

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